Relatos de Madrugada

 Al abrir el arcón, vi todos aquellos recuerdos que guardé, me disponía a tirarlos todos y no guardarlos más.

Tiré su sonrisa que me hacía vivir, deseché todos sus abrazos, su imagen se iba difuminando. El arcón se iba vaciando cada vez más. De ese modo pude descubrir unos trozos que estaban esparcidos en el fondo.

Poco a poco iba recordando qué eran esos pedazos, los había colocado cuando ella se fue. Los recogí sin querer unir las piezas, no quería que lo destrozaran de nuevo.

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