Súcubo


El hombre divisó una insinuante silueta en la entrada del cementerio. ¿Cómo era posible que hubiera alguien ahí a esas horas, y mucho menos una mujer?

El hombre se acercó y se encontró con la mujer más bella que había visto en años en este pueblo de mala muerte. Sus instintos primarios se activaron sin mostrar decoro a una sonrisa depravada. La mujer, reaccionó rápido a ese instinto y le indicó que se acercara.

Ambos se besaron frenéticamente y sin preámbulos. Él la tocaba con fuerza, ella le besaba el cuello hasta que dio con lo que quería, una vena bien formada y jugosa con la que dio un enorme mordisco.

El hombre trató de zafarse, pero la mujer era muy fuerte y solo pudo ser testigo, de cómo ella le iba vaciando poco a poco.

Una vez saciada, arrojó el cuerpo vacío del hombre entre unas lápidas sin nombre, y se marchó fundiéndose entre las sombras.


 

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