El diezmo


La familia de la granja 28-J ya estaban preparados, se encontraban muy nerviosos porque habían fallado en el último diezmo y no podían fallar esta vez sino querían morir todos.

Su bebé dormía todavía, sus padres lo miraron por última vez, cuando ya se podía divisar entre la niebla la criatura a la que pagar el diezmo.

Se trataba de un mantis gigantesco, pero para ellos, era su dios a quien adorar, pues éste les bendecía con buenas cosechas y los protegía de los males exteriores. Pero había un pago, cada diez años, cada familia situada en 82 granjas debían pagar un precio. Ese precio era un miembro aleatorio de una familia.

Este año había sido especialmente malo para las cosechas y a duras penas daban para alimentar a todos los de las granjas. Así que la familia de la granja 28-J, decidieron coger como pago a su recién nacido, pues necesitaban al mayor para seguir trabajando en los campos.

La decisión fue muy dura, pero una necesidad muy grande en pos del bien común. Así que entregaron a su preciado bebé sin pena ni remordimiento alguno, si eso servía para calmar la ira de un Dios y que las cosechas dieran buenos frutos.


 

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