La huída


Los soldados del Imperio buscaban sin descanso a los dos prisioneros. Dos niños que fueron apresados para trabajar en las minas de diamantes.

Observaron unas pisadas recientes que se dirigían al norte de su posición, en su estado, no tardarían en poder capturarlos.

Keba y su hermana pequeña Leva, habían escapado de las minas por un despiste de uno de los guardias. Leva estaba cansada de correr, así que su hermano la cargó a las espaldas y siguieron adelante.

Los soldados avistaron a los fugitivos, los tenían a menos de quinientos metros. Sus órdenes eran matarlos como represalia a su fuga. Uno de ellos cargó el láser de largo alcance. Vio cómo el chico cargaba a una niña a sus espaldas, esto hizo que por un momento vacilara. Pero entonces recordó que el incumplimiento de las órdenes, por pequeñas que fueran, también tendrían su castigo. Sin dudarlo más, apretó el gatillo.

Keba solo sintió cómo un viento fuerte lo empujaba hacia delante dejándole sin aliento. Cayó violentamente rodando un par de metros, a punto de perder el conocimiento. Lo último que vio antes de desmayarse, fue el cuerpo de su hermana Leva, tendido a escasos metros de él, con un agujero en el pecho.


 

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