Me despierto con un enorme dolor de cabeza. Mientras la visión borrosa se va despejando, oigo un sonido muy raro, como si estuviera embotellada. Observo que me encuentro en un lugar bastante estrecho de la que no recuerdo cómo haber llegado ahí.

Me percato de un teléfono bastante antiguo colgado en la pared, y al ver ahora mejor, miro alrededor que estoy en una cabina de teléfono. En ese momento un banco de peces pasa por delante de mí, sin creer donde estoy, llego a la conclusión de que estoy atrapada en esta cabina en el fondo del mar.

Rebusco en mis bolsillos en busca de mi móvil, pero es en vano, me han dejado sin nada. Me acurruco totalmente derrotada y desesperada. Cuando miro hacia el techo, el teléfono que está en la pared, hace que se ocurra una idea muy loca.

Recuerdo que cuando era más pequeña, mi madre usaba este tipo de teléfonos, intento hacer memoria de cómo hacerlo funcionar. Los números no se tecleaban, sino que metías el dedo en el agujero donde tiene el número y lo hacías girar. Bingo, marco el número de mi madre y coge tono.

-¿Diga?

-¡Mamá!, ¡no te vas a creer dónde estoy! Creo que estoy perdida.

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Silencio

Jurassic Park

El Gato del instituto