El metro


Llegaba cansado a su casa, solo podía pensar en comer algo, ver un poco la televisión y acostarse pronto esta noche.

Mientras caminaba por los pasillos del metro hacia la salida, se percató de algo, las pocas personas que solía encontrarse por el camino no estaban, y el lugar se había tornado más silencioso de lo habitual. De pronto, se detuvo en las escaleras, algo no iba bien y él lo notaba en el ambiente.

No se atrevió a mover un solo musculo, desde donde estaba, ver el final del pasillo lo angustiaba, como si hubiese algo ahí, esperándole. De repente, vio algo oscuro moverse, fue tan rápido, que no distinguió si era humano o animal.

Entonces una chispa saltó dentro de su cabeza, se dio media vuelta y corrió tan rápido como pudo hasta el vagón en el que se había bajado. Tendría muchísima suerte si aún seguía ahí, pero ya no podía hacer otra cosa, y mucho menos cuando por el rabillo del ojo, vio que esa silueta oscura le estaba persiguiendo.

Sus pulmones estaban ardiendo, sus piernas las sentía pesadas, ahora se arrepentía de no haber hecho ejercicio en su vida. El vagón aún seguía ahí, eso le renovó las fuerzas y esa cosa se acercaba aún más. Finalmente, logró entrar y cerrar las puertas, exhausto, y apoyado en una de las barras mientras respiraba con mucha dificultad, trató de ver qué era eso que le perseguía. No vio nada, había desaparecido, y mientras el tren se ponía en marcha, la sensación extraña que tuvo en las escaleras, tardó bastante en desvanecerse.

 

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