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El Gato del instituto

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Al salir de clase por la noche, ella siempre se acercaba a la casa del conserje. Allí podía ver a un pequeño gato que comía en el patio del instituto. La chica, se mantenía a una distancia prudente como para no asustar al animal y lo observaba comer. La joven miraba al gato con ojos enamorados mientras el gatito se alimentaba y hacía pequeños ruidos al comer, que hacía que la chica se derritiera de amor. El pequeño gato al terminar de comer, se alejaba del plato y se relamía mientras la chica se acercaba en silencio. El gato nunca se dejaba acariciar ni por el mismo conserje del centro que le daba de comer, y mucho menos se iba a dejar acariciar por alguien que acababa de conocer. Pero de algún modo, ésta vez se dejó acariciar por la chica. El gato ronroneaba por cada caricia y se frotaba entre sus piernas. Lamentablemente, la chica es alérgica a los gatos y el primer estornudo que ella emitió, asustó a su peludo amigo, quien salió disparado por el susto.  
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Los tres tripulantes que viajaron a Marte para terraformarlo habían regresado a la Tierra. Les pareció muy extraño que al llegar a la atmosfera terrestre no recibieran contestación de la base. Solo el silencio era la respuesta que recibían. Una vez llegados, los tres astronautas se inquietaron al percibir silencio en el ambiente, no había nada ni nadie. El silencio era aterrador. Pronto los pilotos vieron cientos de cadáveres, los restos esqueléticos que anteriormente fueran sus compañeros, estaban tirados en pasillos, oficinas y en sus lugares de trabajo. Todos estaban descompuestos y daban la impresión de que hacía bastante tiempo que habían muerto. ¿Cómo habrían fallecido todos?, ¿Qué cosa podría haber realizado tal hecho? Los supervivientes estaban a punto de descubrir algo, cuando detrás de ellos se escuchó unos ruidos de pasos que se alejaban de ellos, una pequeña criatura fueron lo que lograron distinguir entre las sombras.  

Silencio

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Durante años, el surfista fue testigo de las bellezas del universo. Pero de la misma manera, ha sido testigo de lo horrible que también es. Recorre la galaxia en busca de planetas adecuados para el consumo de su amo Galactus, también conocido como el devorador de mundos. El surfista ha presenciado la muerte y aniquilación de cientos de panetas rebosantes de belleza, de vida, y todo para saciar el hambre de Galactus. Desde su tabla, observa cómo su último mundo encontrado se va consumiendo, apagando, quedándose en silencio.  

La amenaza

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El robot servicial trajo como todas las noches el té de antes de acostarse a sus amos. Como siempre sus amos se sintieron orgullosos de su robot, de lo funcional y eficaz que era durante estos cinco años a su servicio. Mientras el robot servía el té, sus amos comentaron que sería una pena reemplazar a su antiguo robot el modelo nuevo FJV28219 que adquirieron la semana anterior y que llegaría a la mañana siguiente. El robot dejó de servir, sus amos lo miraron sorprendidos y observaron que su brazo derecho comenzaba a temblar, la mujer se asustó cuando el robot arrojó con fuerza la taza contra la pared. La luz principal del robot se volvió roja, indicio de cuando se activa la alarma de intrusos. En ese momento el robot colocó sus manos en el cuello de la mujer apretándola con fuerza, su marido se abalanzó al robot intentando que la soltase. Su mujer murió asfixiada y ahora le tocaría a su marido morir. El robot cogió la bandeja y la estrelló en la cabeza de su dueño. La amenaza había ter

Mi creación Híbrida

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Los experimentos habían dado sus frutos. Por fin había logrado crear, a través de todos estos años y prueba, el perfecto ser humano híbrido. Ahora ni el cielo ni el mar serían límites para los humanos, podremos adaptarnos al ambiente sin necesidad de vastos aparatos, sino por méritos propios. La comunidad científica me dará el título honorífico y me agradecerán que los haya salvado de la destrucción. Y todo por el precio de mi familia, en especial, de mi hija favorita, la única que ha logrado sobrevivir.  

Relatos de Madrugada

  Sentado en la biblioteca, recupero un momento de lucidez. En ese instante alzo los brazos y grito su nombre. Todo es en vano, ella yace muerta desde hace décadas. Mi corazón, hinchado por el momento en el que creí que ella aparecería ante estas puertas frías, se encoge por momentos. Como ese despertar amargo con el sol bañándote el rostro, al saber que lo que creías real y cierto, no era más que una ilusión, un sueño, y entonces es cuando poco a poco vas muriendo. Vuelvo a sentarme, y junto al crepitar del fuego, veo tu rostro, veo esa sonrisa que durante años me hacía feliz. Me encuentro cansado, tomo otro trago de este asqueroso vino que es incapaz de saciar la sed de los abatidos. Noto que va llegando el Sueño de los Muertos, sentado aquí, en la biblioteca, donde pasabas horas y horas leyendo uno tras otro, estos incontables libros que pueblan estas paredes. Soñabas, volabas y amabas. Y mientras tanto, yo veía cómo te consumías, te alejabas, te morías en mis brazos mientras llor

Relatos de Madrugada

  Al abrir el arcón, vi todos aquellos recuerdos que guardé, me disponía a tirarlos todos y no guardarlos más. Tiré su sonrisa que me hacía vivir, deseché todos sus abrazos, su imagen se iba difuminando. El arcón se iba vaciando cada vez más. De ese modo pude descubrir unos trozos que estaban esparcidos en el fondo. Poco a poco iba recordando qué eran esos pedazos, los había colocado cuando ella se fue. Los recogí sin querer unir las piezas, no quería que lo destrozaran de nuevo.